El oro, y su hermana pequeña la plata, se han caracterizado siempre por ser un sinónimo de lujo, convirtiendo a su poseedor en alguien poderoso y opulento. Su propia etimología nos indica que Aurum (proveniente del latín) se traduce como “brillante amanecer”, por lo que, en cierto modo, la persona que antiguamente tenía oro se convertía en alguien brillante en un marco socio-económico; alguien importante.
Ya desde la Edad de Bronce, estos ansiados materiales tenían gran importancia en la creación de joyas, adornos y otros artefactos, siendo un distintivo de riqueza para quien lo portaba. Afortunadamente, no solo contiene un valor de supremacía. El oro específicamente, se ha descubierto históricamente como una importante pieza en campos como la medicina o la tecnología, gracias a sus grandes cualidades térmicas o conductoras.
Con el paso del tiempo, acercándonos a la actualidad; los esfuerzos y la importancia que rodeaban a este metal noble han aumentado exponencialmente. El descubrimiento de lugares comunes para encontrarlo o la mayor capacidad de explotación del mismo, han permitido que se convierta en algo igual de preciado pero al alcance de muchas más personas. No solo eso; en el presente, un tiempo donde casi cualquier cosa tiene un valor económico que puede aumentar o disminuir, y en un planeta donde el estudio de estas subidas y bajadas tiene un impacto tan crítico sobre las economías mundiales, el oro se erige como una apuesta segura. El porqué es muy sencillo, y es que el oro, y también su acompañante plateada, son bienes cuya degradación o incertidumbre comercial, en un marco económico, tienen un riesgo mucho menor, ya que por su propia naturaleza, la posibilidad de un desplome es prácticamente imposible. Del mismo modo, desde una mentalidad inversora, sería más fiable apostar por el oro físico (ya que es algo tangible) a las acciones mineras, que pueden resultar más arriesgadas.
Ahora que conocemos algo más sobre las calidades y cualidades de este “brillo del amanecer” nace una cuestión importante, relativa a quién o qué comercializa estos productos, favoreciendo la compra-venta de los mismos. A parte de las famosas tiendas o trabajadores “Compro Oro” que podemos ver por la calle (y donde se suele pasar para cambiar un colgante de plata o unos pendientes dorados) existen otro tipo de empresas, con una información y catálogos más amplios, que abarcan a un público mucho mayor. The Gold House, una franquicia especializada en este tipo de productos, ofrece una variada gama de artículos donde destacan las monedas, los lingotes, las Monster Box y, sobre todo, la versatilidad de marcas.
Si estás pensando en vender esas monedas o abalorios familiares o, por el contrario, en cambiar tu dinero físico a cambio de un lingote que valga su peso en oro, The Gold House es una opción interesante. Además de ofrecer diferentes marcas para la creación de lingotes, como Heraeus o Sempsa, para poder elegir la que más nos apetezca (y es que una elección así ha de ser meditada y de nuestro agrado), muestra también una nutrida lista de los precios respecto a las calidades de la plata y el oro, que oscilarían entre los 491€/Kilo y 343€/Kilo para platas de mayor y menos pureza respectivamente, y entre los 36€/gr y 17€/gr para el oro Good Delivery (de mayor pureza) y el de 14 Kilates respectivamente.
Ahora más que nunca, podemos afirmar que la fiebre del oro nunca dejó de existir. Si bien es cierto que hoy en día, estos metales tan preciados, forman parte de un mercado asentado y profesional, que es lo mínimo que se puede pedir cuando hablamos de un valor tan importante como es el dinero. Y más cuando es dorado.
German Rid Lozano